martes, 25 de septiembre de 2007

Hay gato encerrado

Totalmente incomprensible resulta la posición que ha asumido el alcalde de Puerto Cabello respecto a las recomendaciones que desde la Contraloría Municipal le señalan que deben revisarse bien algunas partidas presupuestarias, de ciertas obras, antes de proceder a la entrega de dinero para las contratistas.
Por todos ya es conocido que desde hace algún tiempo el contralor José Francisco Rodríguez ha estado ordenando la realización de informes y evaluaciones a las obras que ejecuta el gobierno municipal, como parte de su tarea de garantizar el uso correcto del dinero del pueblo, en este caso del dinero de todos los porteños.
También ha sido evidente la actitud asumida por el alcalde Osmel Ramos de desatender a las recomendaciones de la contraloría, y en ejercicio de su soberanía administrativa ha echado al cesto de la basura todos los documentos que le han sido entregados en los que se relacionan algunas irregularidades, anormalidades, anomalías, inconsistencias o mala ejecución de trabajos, como quieran llamarlo.
Normalmente el ente contralor es el indicado para señalarle a cualquier funcionario el camino correcto que debe transitar para el buen uso de los recursos económicos, para la buena ejecución de trabajos, para la correcta aplicación o ejecución del presupuesto. En tiempos pasados los gobernantes, incluido el actual de Puerto Cabello, se daban golpes de pecho y exhibían con orgullo que la contraloría municipal les diera el visto bueno para todas las ejecutorias, al punto que en sus mensajes con motivo de la Memoria y Cuenta eso era lo que resaltaba: nuestra gestión es limpia, cristalina, transparente y honesta y así lo avala la contraloría, recuerdo que decían.
Hoy la realidad, extrañamente es otra. En los últimos meses desde el despacho contralor le han hecho observaciones a Ramos, todas referidas a la prestación de servicios públicos, ejecución de obras, entrega de trabajos, por decir algunos, y hasta le han pedido que suspenda la cancelación de algunas partidas hasta que se aclare el panorama sin que hayan sido tomadas en cuentas esas recomendaciones.
Por solo citar algunos casos podemos recordar que le entregaron una lista de empresas que no estaban cumpliendo con las exigencias contractuales de la alcaldía, porque las obras fueron mal ejecutadas, como el caso de la empresa a la que se le encomendó la construcción de tanques de agua en varias comunidades, todos quedaron mal, con filtraciones e incluso caso que inservibles, pero “ciegamente”, por no decir complacientemente, le siguieron entregado más contratos y para obras similares.
También está el caso del Mercado de La Noria. Ya van tres informes, recomendaciones, exhortaciones, peticiones, como los quieran llamar, en los que el contralor indica claramente que las valuaciones, evaluaciones e inspecciones que ha realizado el equipo de Contraloría revelan que hay inconsistencias en algunas partidas, malas ejecuciones en otras y graves dudas en otras más; y sin embargo la respuesta del alcalde es Pagar a como dé lugar y desestimar el trabajo de Contraloría.
Esa forma de actuar revela que evidentemente el alcalde Osmel Ramos está al tanto de todo lo que se está haciendo en Puerto Cabello, lo bueno y lo malo; conoce a ciencia cierta las obras que se están ejecutando bien, las que están mal ejecutadas; sabe las causas de las que están paralizadas, y lo más indecente es que se niega a retardar si quiera unas horas un pago mientras se revisa el informe del contralor.
Indudablemente que ello tiene que tener una explicación lógica. Nadie se cree el cuento de que “se trata de recomendaciones porque está preocupado por nuestra buena gestión”, ese cuento del alcalde no se lo cree ni él mismo. Debe haber una motivación más grande, “pesada” o jugosa para que se tape los ojos y ordene los pagos sin mirar para los lados. Está claro y en evidencia que Ramos tiene su gato encerrado en esa gestión de pagar a contratistas que son cuestionadas por la contraloría, solo él sabrá la respuesta pero sería interesante que la diera conocer al pueblo porque al fin y al cabo es el común de las personas quienes tienen a la vista las obras que se han ejecutado.

lunes, 17 de septiembre de 2007

… te veo venir soledad


Definitivamente parecen insalvables las diferencias o el distanciamiento que existe entre las máximas autoridades políticas y civiles de nuestro municipio y el estado Carabobo. Diferencias surgidas de los trasnochos de algunos funcionarios que convencieron al alcalde Osmel Ramos de la supuesta conveniencia de enfrentar a Acosta Carles para congraciarse con el presidente Chávez, pero que en realidad resultó una estafa en la que cayó, no sé si inocentemente, el mandatario local.
Desde hace varias semanas he venido diciendo que el alcalde se equivocó cuando se comió los cuentos que le metieron acerca de la conveniencia de enfrentarse al mandatario regional. No se trata de favoritismo hacia un lado, sino que viendo el escenario político-electoral del chavismo porteño, en el que Ramos plantea erigir a su esposa, Fanny Rendón, como candidata a sustituirlo era obvio que no era prudente abrir batalla contra nadie dentro del espectro oficialista, menos aún con quien lidera la conformación al PSUV, aunque no quieran aceptarlo.
La pelea de Ramos debió haber sido hacia afuera, hacia la oposición, buscando encumbrarse con una de las tendencias que lideran el ambiente político, pero lamentablemente, insisto, cayó en la trampa que le pusieron dentro de su mismo gobierno para que le buscara pelea al gobernador exponiendo como pretexto las obras que se ejecutan en Puerto Cabello y la supuesta no llegada a las arcas municipales del 12.5% de los ingresos del Ipapc, única preocupación de las autoridades locales. Sin embargo, la verdadera causa de la diatriba está en la candidatura de Xiomara Luna, ficha archiconocida de Acosta Carles y dirigente a quien nunca ha pasado Osmel Ramos desde antes de su reelección.
En medio de ese zaperoco y de las risas fanáticas de cuando se inició el enfrentamiento, muchos personajes del gobierno local también cayeron en la trampa con Osmel. Es preciso recordar la pelea que protagonizó el concejal Orlando Rodríguez por los apartamentos de Boca de Lobo y el expediente administrativo ambiental que el presidente de Iamproam, José Parada, dijo que abrió contra el gobernador y Castro Duno. Si hoy se busca el “estado en que se encuentran” ambos casos sabremos entonces que una voz de “ultratumba” les ordenó que se quedaran quietos porque ahora debían buscar una reconciliación con el gobernador luego que este recibiera un espaldarazo del mismísimo Chávez. En otras palabras: los animaron a pelear, a Parada y Rodríguez, y cuando estos regresaban a la esquina para buscar más aliento no encontraron a nadie, los negaron como hizo Pedro con Jesús.
Ahora iniciaron nuevamente la reconquista de Acosta Carles con el falaz argumento de que Salas Römer manda más en Puerto Cabello que el actual mandatario regional y que desde la alcaldía se levantará una legión de revolucionarios para impedir su caída. Otra mentira más porque en el medio de la maquillada defensa vuelve a recordarse el 12.5% del Ipapc que quieren que se los entreguen antes de finalizar la gestión del gobierno final. Por alguna razón será.
Pero para vergüenza de algunos el gobernador detectó la jugada política y mentirosa por lo que de inmediato marcó distancia, nuevamente, de la gestión administrativa de Osmel Ramos y desde el Mega Mercal realizado este fin de semana en la avenida Lebrum le dio la estocada final que como a los toros lo deja agonizante. Acosta Carles, experto en estrategias, sabe y está consiente de que su candidata no puede exponerse ante el electorado porteño como la sucesora de Osmel Ramos ni mucho menos como representante de la continuidad de este gobierno. Por el contrario, la ruta electoral de Luna es en contra de esta gestión, aglutinando a todo aquel que le preocupe el estado en que se encuentra Puerto Cabello pero sobre todo a los chavistas molestos y cansados del gobierno de Ramos.
Algunos funcionarios del gobierno de Osmel Ramos conocen esta realidad y saben lo que les bien encima, por eso buscan afanosamente un acercamiento con Acosta Carles para que los apadrine con Luna, olvidando aquello que tanto pregona el presidente Chávez: …por más que te tongonees se te ve el bojote. Ramos casó una pelea muy mala y como era de esperarse la perdió. Ahora no le queda más que comenzar a recoger sus cachivaches y esperar la entrega del poder, mientras negocia la no apertura de investigaciones a su gestión. En la alcaldía comienza a sonar la canción de Franco de Vita: …te veo venir soledad.

¿Quién lo invitó?



Completamente inoportuna quedó la compra de una edificación por parte del Concejo Municipal de Puerto Cabello para el funcionamiento de sus actividades administrativas, teniendo la ciudad y sus habitantes otras necesidades que deben ser atacadas o resultas de manera rápida, como lo hicieron con esa adquisición.
Es cierto que lo cuestionable no es la transacción, ni las dimensiones del edificio ni la comisión que le correspondió al intermediario en la negociación, hasta ahora todo ese proceso ha sido legal; lo inoportuno fue la dedicación que le pusieron a esa compra frente a otros temas, incluso de mayor importancia para la ciudad.
Sin embargo, revisando todo el tema pudiéramos hacer algunas consideraciones al respecto y que sería muy valioso e importante escuchar las argumentaciones de los ilustres ediles a este respecto.
Es verdad que ocho de los nueve concejales aprobaron una partida presupuestaria de 1.6 millardos de bolívares para la compra de “terreno o edificación” para la nueva sede del Concejo Municipal de Puerto Cabello, pero no creo que necesariamente debieron gastarse todo ese dinero, pudieron haber buscado o encontrado una infraestructura con un valor menor y así ahorrarle un dinero al Fisco Municipal.
Por otro lado, haciendo un ejercicio mental, algunos de los ediles pudiera explicarnos lo que habría pasado, o puede pasar, si aparece un edificio en mejores condiciones o un centro comercial con un costo menor al edificio que compraron, al menos 100 millones de bolívares menos. ¿Pudo haberse comprado el más económico?
Escuché la intervención del presidente del Concejo Municipal, Fernando Arévalo, en un programa de radio defendiendo la negociación. Insistimos que hasta ahora no se habla de nada ilegal, ni fraudulento, pero creo que en sus declaraciones Arévalo dejó ver algunas costuras: Aunque los concejales aprobaron la partida presupuestaria y le encomendaron esa misión de comprar una sede, se dejó ver que no fueron consultados, ni siquiera por decencia ni les fue informado de la negociación que se estaba realizando. Es decir, fue un procedimiento unilateral, amparado en el mandato que le dieron sus colegas. ¿Qué pasaría si los concejales dicen: es verdad aprobamos la partida pero no estamos de acuerdo con la compra?
En ese momento el presidente del Concejo Municipal no conocía cuántos metros de terreno y de construcción tiene el edificio que compraron con el dinero del pueblo, siendo que todo el mundo cuando va a comprar una casa, un apartamento o un local comercial lo primero que pregunta y calcula son los metros de terreno y de construcción al menos para saber dónde se va a meter.
Otro detalle es la capacidad de estacionamiento que tiene el edificio: de acuerdo a lo que me han hecho saber solo puede albergar a seis automóviles, Arévalo dice que pueden estacionarse una docena otros dicen que nueva carros, lo cierto que si damos por cierto lo que dice el presidente del Concejo es evidente que sólo pensaron en los concejales y algunos funcionarios, mientras que al soberano se quedó mirando lejos para estacionar en una sede NUEVA.
Uno de los aspectos que debiera debatirse es el siguiente: cuál fue el criterio que utilizó el ex alcalde Ricardo Dao para instalar algunas dependencias administrativas de la naciente alcaldía fuera del Palacio Municipal. Más allá de la capacidad, un hecho similar se produjo en Morón donde el Concejo Municipal sigue trabajando en la misma sede y fue la alcaldía la que buscó una nueva, hecho que se produjo mucho antes de la autonomía funcional y financiera que lograron los concejos municipales con la Ley del Poder Público Municipal. Entonces, qué funcionó primero en el Palacio Municipal de Puerto Cabello: el concejo municipal o la alcaldía? Y como la respuesta es evidente. ¿Por qué no fue la alcaldía la que buscó nueva sede, siendo que la mayoría de sus dependencias no están frente a la Plaza Bolívar? ¿A quién le tuvieron miedo?
Respecto a la comisión del intermediario para nada es ilegal, todos sabemos que en las negociaciones inmobiliarias al corredor le corresponde una comisión, unas veces la paga el comprador otras veces la paga el vendedor, lo interesante en este caso es saber cómo se logró la coincidencia de “el hambre y la comida”. Cómo supo el corredor que el Concejo estaba interesado en una nueva sede y cómo detectó que ese edificio estaba en venta. O, ¿quién lo invitó a que hiciera el papel de corredor inmobiliario?

lunes, 3 de septiembre de 2007

El miedo es libre


De nuevo el temor invadió a diversos sectores del municipio como producto de las lluvias que en las últimas semanas han caído sobre nuestro municipio. El miedo popular se debe a la amenaza latente de ser víctimas no solo de los aguaceros sino de las inundaciones que se producen en varias zonas de esta ciudad.
La urbanización Rancho Grande y las áreas adyacentes son el ejemplo más palpable de la improvisación y el olvido en que hemos caído los porteños por parte de las autoridades gubernamentales a quienes les compete la “imposible y dificilísima” tarea de preservar la calidad de vida y trabajar a futuro por un Puerto Cabello mejor.
Desde las vaguadas acaecidas en esta región hace dos años la única preocupación que han tenido nuestras autoridades municipales es mantener en vigencia el famosísimo Decreto de Emergencia que les ha permitido entregar a dedo muchas obras y contratos. Del resto todo se fue al olvido.
En esas oportunidades la zona más afectada por las lluvias fue Rancho Grande. Las calles se convirtieron en verdaderos ríos, con piedras, lodo, escombros, llevándose por delante todo cuanto encontraban a su paso. Los vecinos de las áreas afectadas salieron como pudieron de sus casas a colocar barricadas para que el agua cambiara de rumbo y dejara de perjudicarles las casas.
Aún se recuerdan los días aciagos que vivieron esas personas luego que cesó la lluvia porque el polvo, el barro y el olvido gubernamental comenzaron a reinar, y aún mandan. Solamente con recorrer a cualquier hora las calles de Rancho Grande, Rancho Chico, Tejerías, Negro Primero, Polvorín y Valle Seco nos podemos dar cuenta y hasta tropezarnos con las barricadas que permanecen intactas luego de dos años de haber sido colocadas.
A todos los que tienen el poder local se les olvidó lo que había pasado y dejaron la “fiebre” de aparecer públicamente ofreciendo soluciones a los afectados por las inundaciones. A lo mejor creyeron que ya habían solucionado los problemas, pero una vez más el fracaso se les dibujó en el rostro cuando hace pocos días cayeron “dos gotas de agua” y la crisis volvió a ser la misma.
Es preciso y obligado advertir que el único funcionario local que se atrevió a salir a las calles a darle la cara a los porteños fue José Parada, presidente de Iamproam, muchos podrán señalarle muchísimos errores pero fue la única persona que salió a constatar el problema que se estaba presentando y a buscarle soluciones, una de las cuales por cierto dejó ver lo temerario de esta gestión municipal.
Me refiero a la demolición de la plazoleta que construyó el Iutepal para el mejoramiento, seguramente, de la visual de su edificación en la urbanización Rancho Grande. No es momento para discutir si el procedimiento fue bien llevado o no, o si esa es la gran solución al problema o no, sino es una ocasión propicia para exigirle respuestas al gobierno municipal.
El año pasado el grupo de profesionales cubanos que estuvo trabajando en el ya olvidado Plan de Desarrollo Urbano Local (PDUL) realizó un diagnóstico del sistema de drenajes en el centro de la ciudad y entre las conclusiones está que las tres vías de descarga de aguas están tapiadas: una que pasa por la calle Rondón y conduce a los muelles, la otra que va al Ipapc y la última que descarga al Puerto Turístico, todas fueron tapiadas para construcción de obras, una públicas y otras privadas.
Entre las recomendaciones que hicieron los cubanos estaba la demolición de estructuras para el rescate de los drenajes y la necesaria realización de labores de limpieza del sistema de alcantarillas para lo que el gobierno local, por vía de Corpopuerto, presentó al gobierno nacional una solicitud de recursos adicionales, crédito, para la ejecución de esos trabajos que eran multimillonarios. Esas gestiones se realizaron y las alcantarillas del centro de la ciudad se limpiaron.
Lo que no se hizo fue la demolición de estructuras para rescatar el sistema de drenajes del centro de Puerto Cabello, área que se inunda y se vuelve intransitable cada vez que llueve. Vista la acción rápida contra el Iutepal para agilizar el paso de agua de lluvia por la calle Plaza de Rancho Chico, es propicia la ocasión para preguntarle al alcalde Osmel Ramos y también a José Parada ¿Por qué no han hecho las demoliciones que recomendaron los cubanos para solventar la crisis en el centro de la ciudad? ¿A quién le temen? Lamentablemente para los porteños esta administración municipal no tendrá el valor para realizar esos trabajos, y ahora menos que vieron el sábado a Acosta Carles a dos asientos de Chávez. El miedo es libre.

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