lunes, 16 de abril de 2007

El Burócrata

El deber ser de la administración pública es “actuar con eficiencia y eficacia”, esto lo ha defendido y recordado el presidente Hugo Chávez hasta el cansancio, pero lo que desconoce el primer mandatario nacional es que “aguas abajo” en el proceso revolucionario que lidera hay muchos funcionarios que no sólo son ineficientes e ineficaces, sino que con sus actuaciones echan por tierra sus lineamientos por el sólo afán de enriquecerse a costas del dinero del pueblo.

De acuerdo a su etimología, Burocracia (Buro=oficina / Cracia=Gobierno) no es más que "El gobierno de las normas y procedimientos". Así vemos entonces que la encontramos en todos lados, sin embargo, la desviación del verdadero sentido de su existencia la convierte, según muchos expertos, en burocratismo, lo que más vemos a diario en un sentido coloquial y de uso común, transformada la burocracia en ineficiencia, pereza y desperdicio..

El burócrata no es más que aquel supuestamente decente funcionario que se siente muy por encima de los demás. Es fácil reconocerlo porque en todos lados actúa de la misma manera: hábil para engañar, vive de sus mentiras; cree que sólo él tiene la razón, es experto en todo cuanto pase por delante (un todero no más) pero que cuando se revisan sus planteamientos no son más que vulgares copias de otros.

El burócrata siempre tiene una sonrisa a flor de labios con la que trata de esconder sus malévolas intenciones o su extraordinario afán por entorpecer los trámites. Aunque el presidente Chávez habla del cooperativismo, el burócrata no cree en el trabajo en equipo porque sabe que al expresar sus ideas delante de personas competentes quedará al descubierto como un mentiroso. El burócrata es adulante, todo lo que quiere escuchar su jefe lo dice, lo mima, lo idolatra y aunque no tenga la razón solo dice: como usted diga jefecito.

Pero, llega el momento en que esos personajes no pueden seguir sosteniendo sus mentiras, y es cuando comienza a buscar culpables en quienes se atrevieron, u osaron, a no creerles. El burócrata no acepta sus errores y equivocaciones, no tolera que haya alguien más brillante que la fama de él, simplemente porque no acepta que su desempeño público está regido, y se convierte en el máximo representante del Principio de Petter: “EN UNA JERARQUIA, TODO EMPLEADO TIENDE A ASCENDER HASTA SU NIVEL DE INCOMPETENCIA Y LOS CARGOS SIEMPRE TERMINAN SIENDO OCUPADOS POR IMCOMPETENTES”.

El burócrata es brillante para actividades en las que se necesita pensar una idea, elaborar un proyecto, pero es malo para ejecutarlo; es muy bueno representando a su jefe y abriéndole el camino en esferas superiores, pero es pésimo dirigiendo su propio personal; es excelente conversador (encantador de serpientes, como dirían algunos) pero en su entorno fomenta la cultura del chisme y ese es su lema de trabajo; es un artista pidiendo tiempo para sus proyectos, pero a sus subalternos los sobrecarga de trabajo y les pide todo “para ya”; es deslumbrante a la hora de congraciarse con su jefe en público, pero al trabajo de su equipo lo cataloga como basura.

Mientras el presidente Chávez habla y recalca la necesidad de la participación ciudadana en la toma de decisiones, el burócrata impone su proyecto; mientras Chávez abre las puertas a las cooperativas y los consejos comunales, el falso revolucionario hace triquiñuelas para que las obras las hagan sus empresas; Mientras Chávez se desvive por la decencia, el burócrata no duerme pensando en la corrupción y la manera de desviar recursos económicos; mientras el Presidente habla de trato digno y respeto a los derechos humanos, el burócrata atropella y humilla a sus empleados; mientras el presidente Chávez se la pasa recorriendo el país inspeccionando obras, el burócrata vive encerrado y escondido en una oficina porque no puede dar la cara ante su desastroso desempeño; mientras el Presidente da la cara, asume posiciones, se arriesga, el burócrata no afronta la realidad, actúa con cobardía utilizando a terceros; mientras el Presidente impulsa el Socialismo del Siglo XXI, el burócrata se desvive por el capitalismo.


Pasaríamos mucho tiempo y faltaría mucho espacio para seguir caracterizando a un burócrata, uno de esos que vemos a diario haciendo el papel de víctima cuando le descubren una de sus trampas, pero sí es necesario señalar esos señorones han plagado a la administración pública de sus mentiras; ese tipo de actuaciones debe ser execradas de la administración pública, primero por decencia, por moral, y segundo porque son los más connotados enemigos de quienes día a día luchan por el bienestar del pueblo, en dos platos: son los más acérrimos destructores de la revolución que encarna Hugo Chávez, por eso más temprano que tarde el pueblo no dudará en llevarlos a la silla de acusados delante del mismísimo Presidente para que rindan cuentas de sus ineficiencias y corruptelas.
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