lunes, 21 de mayo de 2007

Inseguridad: Sabemos quienes nos engañan

Pese a los grandes esfuerzos que dicen realizar las autoridades encargadas de velar por la seguridad y la integridad física en Venezuela, continúa el baño de sangre en diversos puntos del país y sobretodo en Puerto Cabello, municipio donde la criminalidad ha alcanzado niveles de tal magnitud que en varias oportunidades hemos pasado a liderar las estadísticas rojas al finalizar los fines de semana en el estado Carabobo.

A diario, a toda hora, en cualquier sector de la ciudad se sabe de las actuaciones de la delincuencia que no se amedrenta ante las pronunciados actos de combate ofrecidos por los órganos de seguridad del Estado. Por el contrario, el hampa anda haciendo de las suyas por las distintas calles, avenidas, barrios y urbanizaciones del otrora apacible Puerto Cabello sin importarles, obviamente, la imagen que reflejamos ante el resto del país, lo que ahuyenta no sólo a quienes piensan en venir a esta zona para tomar algún descanso sino que aleja a los inversionistas.

La crisis de inseguridad que atraviesa Venezuela debe ser atendida eficiente y eficazmente por todos los sectores de la sociedad, sin importar el rango constitucional o administrativo que se tenga, ni los niveles de competencia (o de incompetencia como diría Petter) que tengo autoridad alguna en materia de brindar seguridad a la población.

La seguridad es un tema que atraviesa transversalmente a todos los niveles de gobierno y a la sociedad civil. Nadie que habite en este territorio (léase nacional, regional o local) puede hacerse el loco ate el auge delictivo y decir alegremente que eso no es materia de su competencia. Tampoco podemos quedarnos callados y menos de brazos cruzados quienes no ejercemos funciones públicas para dejar toda la carga de esta vital materia a los gobiernos, todos debemos aportar nuestro granito de arena en la búsqueda de soluciones a este problema y en la ejecución de las estrategias que sean diseñadas para minimizarlo.

Desde hace mucho tiempo se viene hablando de “tomar el toro por los cachos”, ofreciéndose como primer eslabón para acabar con la inseguridad depurar los cuerpos policiales, seguido de mayor dotación para las policías, el establecimiento de los recordados comandos policiales unificados, los operativos mixtos policía-militares, celeridad en los tribunales, cumplimiento de los mandatos legales, aplicación de penas ejemplarizantes, pero nada de nada. Hoy lo que vemos en las calles es sangre, tiros, robos, asaltos, secuestros, violaciones, por solo decir los que causan conmoción pública, mientras los encargados de velar por el mejoramiento de la calidad de vida siguen empeñados en reunirse para buscarle una solución que necesita acción más allá de los debates.

Esas fulanas reuniones, insisto, no sirve más que de pantallerías, para hacer creer a la población que están preocupados y trabajando para solventar la situación de inseguridad y otros problemas, son reuniones en las que se cae a embustes ofreciendo colaboraciones, apoyos logísticos, tácticos y económicos, que nunca llegan a concretarse hasta que vuelven a reunirse llamados por algún caso de relevancia que amerite sus supuestas preocupaciones.

Basta con hacer una revisión ligera de la prensa de los últimos seis meses para darse cuenta del fracaso que representan las reuniones de trabajo para solventar alguna anormalidad. Busque usted amigo lector tres o cuatro periódicos y revise la cantidad de problemas que tratan de ser solucionados con reuniones para que se cerciore de lo que le estoy diciendo: continúa la inseguridad, la pornografía infantil, la deserción escolar, la crisis de agua, la falta de medicamentos, la especulación, el acaparamiento, el desempleo, etc.

La inseguridad no se resuelve con reuniones, ni echándole la culpa a los demás, hay que tomar decisiones y ejercer acciones de inmediato: dotar los cuerpos policiales, realizar operativos continuos, afinar los trabajos de inteligencia, estar permanentemente en la calle, los expertos en el tema saben lo que tienen que hacer, así como conocen lo que están haciendo para no minimizar los altos índices de inseguridad. Todos estamos consientes del rol que tenemos, todos sabemos lo que estamos haciendo, todos sabemos quienes nos están mintiendo.
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