lunes, 8 de octubre de 2007

Tienen la agenda vacía


Desde hace varios meses se discute en sectores políticos del gobierno, regional y local, lo atinente a la inversión del famoso 12,5% de los ingresos brutos del Instituto Puerto Autónomo de Puerto Cabello en la ciudad. Sobran los comentarios y consideraciones acerca de la pertinencia o no del aporte que debió recibir el municipio, por vía de la Ley General de Puertos, visto que el artículo que ordenaba ese aporte fue anulado por el Tribunal Supremo de Justicia.
La polémica que existe aún en la ciudad no se refiere ni a lo que se hará con esos recursos, ni lo que se ha dejado de hacer, ni mucho menos se dice en cómo cambiará la vida de los porteños con esas inversiones. Lo único que ha preocupado hasta ahora es el monto del dinero y la fecha para la transferencia de los recursos, mientras tanto que el municipio continúe hundido en el abandono, la innumerable cantidad de problemas y la miseria.
Nuestros gobernantes, unos y otros, se preocupan más por decir públicamente que necesitan los recursos del Ipapc, otros les dicen a las comunidades que nos los ayudan más porque le quitaron el dinero del puerto, otros por su parte dicen que sí están invirtiendo en Puerto Cabello y el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes, mientras que unos pocos dicen tímidamente que tienen sus cuentas claras, pero la realidad que vive todo el municipio es otra.
Desde el punto de vista de la vialidad, calles, avenidas, caminos, autopistas, toda infraestructura por donde circulan vehículos está destruida. Basta pasearse, por ejemplo, por el final de la avenida Bolívar en la urbanización Rancho Grande para darse cuenta que las condiciones de las vías no le importa a nadie, o por la primera calle de Segrestaa frente a León Frenos, o por cualquier calle de El Milagro, La Sorpresa, Santa Cruz o Cumboto Dos, la destrucción es total.
Si hablamos de empleo el padecimiento es mayor. Además del ya archiconocido nivel de desempleo que existe en Puerto Cabello ahora se le suma la imposibilidad que tienen algunos trabajadores informales para entrar a los muelles porteños. Fueron expulsados como un coroto dejándoles frías en las manos el medio con el que se ganan el sustento diario de sus familias.
En materia de seguridad el caos es mayor. Altos índices de criminalidad, robos por todos lados, asaltos a mano armada a cualquier hora del día, estafas, todos los modelos criminales hacen de las suyas en nuestro municipio sin que las autoridades políticas hagan algo. Solo los cuerpos de seguridad y la Guardia Nacional dan respuesta al pueblo, los demás se quedan en reuniones improductivas o en declaraciones de funcionarios incapaces e incompetentes.
El problema habitacional también azota a los porteños. Ya son incontables las veces que han ofrecido viviendas, “soluciones habitacionales” tanto a las familias que vienen en zonas de alto riesgo como a aquellos que necesitan un techo donde vivir. Los proyectos van y vienen, mientras la gente sigue esperanzada en que algún día verán resuelto su problema.
Vialidad, empleo, seguridad, vivienda y salud, cuatro de los innumerables temas fundamentales de la realidad del venezolano, y en especial de los porteños, que deberían estar presentes en la agenda de todo gobernante que se precie de tener sensibilidad social. Para liderar la búsqueda de soluciones a esas vertientes no se necesita únicamente capacidad y competencia sino sentir la necesidad del pueblo. Cinco temas que no se resuelven con vociferar alegremente, como dementes, que necesitan los ingresos del Ipapc. Nadie puede esconderse bajo el manto de las “atribuciones legales”, ya se los dijo el mismo presidente Chávez el 12 de noviembre del 2004 cuando lanzó la llamada “nueva etapa de la revolución” y les advirtió: El primer deber de ustedes es atender la pobreza. Que no tengo Presupuesto. Bueno, y quién dijo que tú llegaste aquí para que pidas presupuesto todos los días. ¿Y si no hubiera dinero, si no tuviéramos petróleo? Renuncia entonces. Un líder verdadero tiene que definirse, buscar las mil maneras, irse a pescar al río él mismo con 20 más, a las 4 de la mañana todos los días para sacar lo que pueda y vender eso donde puedan, para recoger y hacer un fondo, irse por la sabana a ver. Mire, señor usted tiene 20 vacas, esa que está flaca, démela acá, yo la engordo, vamos a hacer un fondo comunal de vacas. Mira, tú, tienes 100 hectáreas, dame acá 2, chico, y empieza el pleito ahí todos los días, dame acá 2. “Soy el alcalde de aquí, necesito esas dos hectáreas.” “¿Para qué?” “Para que los que no tienen nada vengan a sembrar, y además necesito que me dejes ahí una semilla de maíz de esa que tienes ahí, vale.” Es una pelea con los pobres, una batalla por los pobres.

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