miércoles, 25 de febrero de 2009

Pensar en Grande



Romper Paradigmas. Eso fue lo que hizo Obama la noche del martes 24 de febrero al dirigir su mensaje al Congreso de los Estados Unidos. Siendo USA un país de clara vocación capitalista es fuera de lo común escuchar que su gobierno ha de dedicarse a ayudar a las minorías. De cualquier tipo.

Privilegiar la subvención a los desempleados, apostar por ayudas a quienes están a punto de perder su casa o negocio, promover el empleo y el financiamiento de las pequeñas empresas, son vertientes que dejan claramente demostrado hacia dónde se dirige Obama: no es lo que estábamos acostumbrados a ver en el país más poderoso del planeta, sobretodo si se inclina por la sinceración del gasto militar o el retiro de las tropas en otros países.

Mención aparte hay que hacer al tema de los Derechos Humanos porque además del cierre de Guantánamo, Obama ha dicho que el compromiso de su gestión es no violar Derechos Humanos. Ojalá se cumpla esa iniciativa.

Contrario a lo que muchos pensaban, Obama no habló de incremento de impuestos para quienes menos ingresos tienen, pero sí dijo de elevarlos a quienes más ganen.

Definitivamente el estilo y las medidas anunciadas deben servir de ejemplo en muchos países y regiones del mundo entero. A veces, nos damos golpes de pecho diciendo que queremos ver al país, la región o el municipio creciendo en niveles de desarrollo pero nada hacemos para fomentar la inversión pública o privada, mucho menos la igualdad y la solidaridad.

Imaginemos solo por un momento lo que pudiera ocurrir si brindamos facilidades impositivas a los inversionistas, si le facilitáramos trámites, respaldos, incentivos y plazos de gracia; o si se dedicara buena parte del presupuesto público a respaldar a los que menos tienen o a los que se ven casi ahogados en sus cargas económicas. Si convirtiéramos al ser humano en el centro de acción de las políticas públicas la realidad en que viviéramos sería otra.

En fin, lo que acaba de presentar el Presidente Obama es un reto al mundo: desde el país vitrina del capitalismo, desde la meca del libre mercado, nos están diciendo que hay que volcar la mirada hacia el menos poderoso, exigirle a los más pudientes y hacer compromisos verdaderos con la gente, con su vida, su familia y su entorno.

En Estados Unidos acaban de anunciar que les pedirán cuentas a los banqueros por el uso de dineros públicos que le fueron asignados como ayuda para reflotar sus instituciones; el gobierno también está presentando sus cuentas para poder exigir a los contribuyentes, lo que evidencia que la recaudación tributaria es clave para la buena imagen de un gobierno.

Otra vertiente que debe ser analizada y canalizada en nuestra región, por las fallas o ineficiencias que se presentan a diario, es la implantación de una verdadera política de recaudación tributaria. De nada vale decir que tenemos buenos ingresos, vía impuestos, cuando la realidad es que se originan en un solo renglón, mientras los otros, lo que cancelamos los contribuyentes ordinarios están condenados al baúl del olvido por una razón bizarra: si se comparan con aquellos no son atractivos para la ganancia.

Pero son éstos, lo que paga el común de los ciudadanos, los que nos dan derecho a exigir buenas gestiones de gobierno y son los pilares para que un gobierno grite a los cuatro vientos que su gestión es positiva porque lo que el pueblo paga se reinvierte en buenas obras y servicios.

viernes, 20 de febrero de 2009

La oposición está obligada a renovarse


El resultado del referéndum realizado el sábado 15 de febrero deja claros y evidentes mensajes para las partes que se disputaron la preferencia del electorado. Recomendaciones que si no son entendidas o no son tomadas en cuenta pueden llevarlos directamente al olvido de las comunidades.



En el sector de la oposición es prioritario que además de entrar en un proceso de reflexión y análisis de las cifras procedan lo antes posible a la tarea de la renovación. Los números obtenidos dejan al descubierto que el mensaje que se empleó para captar votos no fue el mejor o lo que es más grave: no logró cautivar a quienes están en el amplísimo mundo de los llamados Ni-Ni.

La renovación debe ser real, sincera, sin trampas ni maquillajes. El discurso aquel de reiterar las fórmulas que otrora sirvieron para ganar o las posturas que antes dieron frutos no son suficientes para incrementar los niveles de aceptación.

Debe emplearse un discurso claro, convincente, que tome en cuenta el sentimiento de las personas, que esté a la altura del momento político que se viva, que logre despertar en el hombre o la mujer el interés de expresarse políticamente, por intermedio del voto, o ir más allá: conseguir unir al pueblo a la militancia política partidista.


La innovación en el mensaje necesariamente va unida al relevo de buena parte de su dirigencia. En el caso de Puerto Cabello, salvo los liderazgos convincentes, definidos y probados de Ylidio Abreu (Un Nuevo Tiempo) y Deyalitza Aray (Proyecto Venezuela), no hay en la oposición otro u otros dirigentes que puedan mover masas o ganar adeptos para canalizarlos a las mesas de votación.

Pese a los grandes esfuerzos que han hecho para implantar un nuevo modelo de gestión política – partidista, Aray y Abreu lucen solos a la hora de distribuir las responsabilidades del factor llamado a dar grandes pasos para arraigarse en la mentalidad de los votantes.

Todas las gestiones no pueden caer sobre sus espaldas, ni son los únicos responsables de darle vida o movilidad a la oposición. Cada dirigente debe ser capaz de sopesar sus fortalezas y debilidades para saber cuál es el camino que debe seguir y no empecinarse en liderar espacios que cada vez más se les muestran esquivos.

Prueba de ello es que, en Puerto Cabello, la opción del Presidente Chávez ha visto disminuir su caudal de votos, si se compara los resultados de las elecciones 2006 y el referéndum 2009. Pero, esos votos que se "movieron" no han sido ganados por los adversarios del proyecto chavista y más bien, al analizar comparativamente los números, esos votos parecieran estar perdidos en algún rincón de la ciudad sin ser descubiertos por la dirigencia.


Fríamente pudiéramos decir que una vez sufragaron por Chávez, no lo acompañaron en la Reforma Constitucional 2007, tampoco en la Enmienda 2009, pero no votaron en su contra ni fueron cautivados por la oposición. Y esto tiene una sola justificación: no se sienten representados por las ideas (mensajes) ni por el cuadro que dirige los partidos adversos al primer mandatario.

Propuestas, nuevos pensamientos, soluciones, asesorías, guías, promotores, nuevas caras, líderes, eso es lo que está buscando ese sector mayoritario de la población que actualmente rehúye la participación política y no se interesa por votar en los momentos claves. Hacia ellos debe centrarse el trabajo de los partidos, con ideas que aglutinen y fomenten la participación.

miércoles, 4 de febrero de 2009

El pueblo espera el mensaje


Estancada. Ese es el término con el que muchos califican la campaña que adelanta la oposición de cara al referéndum consultivo de la enmienda constitucional. Es mezquino atribuirles falta de acción para oponerse a la propuesta hecha por el oficialismo porque desde todos los sectores políticos adversos al Presidente han hecho saber sus planteamientos. La razón de las críticas muy seguramente pueda deberse al lenguaje usado, al mensaje transmitido y a las actividades proselitistas para dar a conocer la inconveniencia de la reelección indefinida.

En primer lugar, el corto eslogan escogido (No es No ó No porque No) no tiene la contundencia necesaria para una iniciativa que busca enfrentar una maquinaria política que es movilizada por elementos ideológicos claramente definidos, además que, obviamente, ese mensaje no contiene los argumentos suficientes para motivar el cambio de opinión de los indecisos e incluso de quienes apoyan al Presidente.

Es válido que se busque rememorar el referéndum de la reforma del 2007 para motivar a los electores, sobretodo visto el resultado obtenido en aquella oportunidad, pero eso no basta para arrastrar las mismas voluntades, y menos aún ganarse a quienes en noviembre pasado marcaron la tarjeta del oficialismo. El recuerdo no es suficiente para ganar votos.

El mensaje debe ser claro y convincente: ¿Por qué NO? Por la inseguridad, el creciente desempleo, el alto costo de la vida, la falta de vivienda, las promesas incumplidas, la merma del salario básico, las fallas en la educación, la carencia de dotación en los hospitales, la violencia, los enfrentamientos, las pretensiones hegemónicas. Razones que puedan contrastarse con el planteamiento oficialista que es simplemente la permanencia de una persona en un cargo, hasta que no quiera más, para lo que hacen uso, válidamente, de los logros que han alcanzado las distintas misiones sociales que impulsan.

La segunda razón que pudiera tener el cuestionamiento a la oposición es el tipo de lenguaje utilizado por algunos dirigentes, muy pocos, para dar a conocer sus posiciones. No es agrediendo al adversario, estigmatizando o acorralando al “chavista” que se va a lograr que vote por el No. A los partidarios del Presidente hay que respetarles su opinión, al fin y al cabo tendrán sus basamentos para apoyarle.

No es peleándolos u ofendiéndoles que se ganará su voto. Por el contrario, hay que motivarlos a reflexionar, a razonar su voto, hacerles entender que su opinión es muy valiosa, pero lo más importante es lograr convencerlos de modificar su posición, demostrarles que no es votar en contra del Presidente sino preservar el acceso al poder de las futuras generaciones de dirigentes.
Lo otro es el tipo de actividad que se realiza para llevar el mensaje. Los medios de comunicación son vitales pero no la única herramienta. El contacto cara a cara, el peregrinar casa por casa, llevar el volante o el tríptico a los más apartados rincones geográficos es lo prudente. No pueden conformarse con ruedas de prensa o participación en los programas radiales o televisivos, la campaña debe ser real, tangible, porque del otro desde hace varios meses, hasta en Navidad, están entregando, en las manos del pueblo, las bondades del Sí.
El tiempo es corto, es cierto, pero la población está esperando un mensaje convincente.
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