lunes, 2 de abril de 2007

El municipio que no tiene dolientes

Nuevamente las calles de Puerto Cabello impunemente se tiñen de rojo por el avance desmesurado de la delincuencia que es vista impúdicamente por todas las autoridades gubernamentales a quienes parece no importarles que a diario maten a una persona en este municipio.
Las páginas de sucesos de los periódicos y los noticieros de radio al inicio de la semana aparecen repletas de casos en los que una vida inocente se pierde en manos del hampa que sin ningún miramiento e indiferencia anda haciendo de las suyas por todos los rincones de esta ciudad llamada a destacarse turísticamente.
Uno de los casos más reciente fue el vil asesinato de un taxista cuyo único pecado fue tener ganas de trabajar y de llevar el sustento a su casa. Como por arte de magia le cegaron la vida en uno de las carreras que debió hacer en el cumplimiento de las labores diarias.
Las protestas por el crimen no se hicieron esperar y apenas al amanecer ya se anunciaban posibles acciones de cierre de vías si los organismos de seguridad del Estado no resolvían el caso. El reclamo de los conductores y el emplazamiento hecho surtieron efecto pues a pocas horas de cometido el homicidio, los cuerpos policiales anunciaron que el presunto autor de los hechos cayó abatido. Este hecho nos da una premisa para analizarla en dos vertientes.
Por el lado de los taxistas: ¿Hacía falta que mataran a otro conductor para que reclamaran por su seguridad? No entiendo la posición que han asumido a lo largo de los últimos años. Ya se ha hecho común ver que luego de un asesinato vienen las protestas, las quemas de caucho y las trancas de vías, pero apenas pasan algunas semanas se olvidan de lo sucedido y sólo lo recuerdan, lamentablemente, cuando les asesinan a otro compañero. Mientras tanto se callan como si nada hubiese pasado, incentivando de esa manera el olvido oficial para luchar contra la delincuencia. El reclamo debe ser constante.
Por el lado de las autoridades policiales: ¿Les hacía falta la amenaza de los taxistas para actuar contra el hampa? Cuántos asesinatos han quedado sin resolverse en Puerto Cabello o que andan caminando como en una procesión. Apenas hubo el anuncio de cierre de vías y protestas se incrementaron los patrullajes y las labores de inteligencia para dar con el paradero de los homicidas del taxista.
A ambas partes se les olvida que el crimen no tiene distingos sociales, ni de credo, ni de raza y parecen vivir absortos ante lo que ocurre a diario en las calles y avenidas de urbanizaciones y barrios de Puerto Cabello donde el hampa es la que manda.
Uno de los remedios que pretenden vendernos a los porteños para minimizar el índice delictivo son las cacareadas reuniones de trabajo entre las autoridades policiales y las gubernamentales, de las cuales no se ha sacado ningún provecho.
En esas citas solo van a decirse mentiras, a hablar de supuestos operativos o medidas de control preventivos que nunca se cumplen o que no se ejecutan por falta de interés en resolver el problema y por una razón archiconocida: A nadie le importa que anden matando gente mientras no les llegue cerca.
Quieren hacernos ver que están preocupados por el tema de la seguridad, que no duermen pensando qué hacer o qué recomendar, cuando realmente lo que hacen es escabullir su responsabilidad convocando a esas citas a las que no se llegan a ningún acuerdo y cuando sí llegan a acordar algo no lo ejecutan bajo el falso argumento de que esa no es su competencia.
En reiteradas oportunidades han invitado a las comunidades, no a reunirse sino a plegarse a la lucha contra el crimen aportando información, pero la realidad es que los vemos a diario, dirigentes vecinales, líderes sociales y dirigentes de los Consejos Comunales para arriba y para abajo tratando de buscar solución al problema de la inseguridad en sus barrios pero luchando solos, sin ningún tipo de ayuda y exponiéndose a ser blancos del hampa, arriesgando sus vidas por ayudar a sus vecinos.
La lucha contra la inseguridad no es un problema de competencias sino de moral, solidaridad y responsabilidad para con los habitantes de esta tierra. Quienes se sientan incompetentes para aportar ideas, para pensar en cómo resolver ese flagelo debe decirlo con mucha sinceridad y pedir ayuda al Gobierno nacional para que intervenga o haga intervenir a los entes militares, al menos en las labores de patrullaje mixto y de inteligencia que desde hace mucho tiempo han sido minimizadas solo por el hecho se ser sustituidas por los rimbombantes operativos. El problema entonces no es si es mi competencia o no, sino si tengo moral para verle la cara a quienes a diario, a cada instante reclaman y exigen seguridad para sus vidas, ellos no conocen de distribución de competencias, pero sí conocen el desasosiego que les invade y les carcome el ser producto de la impunidad y de los paseíllos triunfales de los delincuentes que andan a sus anchas en un municipio que parece no tener dolientes.
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