martes, 6 de octubre de 2009

Dos decisiones para la Asamblea Nacional


En las últimas semanas el Presidente de la República ha anunciado dos decisiones de gobierno que sin lugar a dudas responden a la estrategia que ha trazado para tratar de ganar la mayor cantidad de escaños en el parlamento nacional.

En sendas transmisiones audiovisuales, el mandatario venezolano ha anunciado al país su voluntad de relanzar las misiones sociales que instauró desde la iniciativa de solicitar la realización de un referéndum revocatorio de su anterior mandato. La segunda disposición es la de calcular el valor del barril de petróleo, para el presupuesto del año 2010, en 40 dólares cada uno.

Cualquier desprevenido pudiera decir que ambas medidas presidenciales responden a su interés por resolver los problemas sociales de los venezolanos o, en el caso de la segunda, planificar con austeridad el uso del dinero público durante el año entrante, visto la crisis económica que aún tiene secuelas en el mundo entero y de la que Venezuela no se salva, pese a los juramentos continuos del oficialismo de que aquí no pasará nada.

Es indudable que el relanzamiento de las misiones responde al bajón que han tenido en los últimos años este tipo de atenciones que recibió la población. Se trata de admitir las fallas o fracaso, por lo que se le hace necesario relanzarlas para darles otro rostro, más alcance o un giro.

Por otro lado, el cálculo del venidero presupuesto responde a las constantes fluctuaciones del barril petrolero que aunado a la crisis económica hizo que muchas naciones se vieran en apuros, lo que hizo entrar en razón al Presidente y que aceptara las propuestas de los tecnócratas del Ministerio de Planificación.

Sin embargo, no podemos olvidar que el año 2010 está, hasta ahora, signado, de ser un año electoral pues habrán de realizarse, si es la voluntad del regente de Miraflores, los comicios para renovar las representaciones parlamentarias a escala nacional y municipal. Esto nos hace entrar en sospecha de cuál será la verdadera intención del gobierno nacional al tomar estas decisiones.

En el caso de las misiones, es sabido que esas “ayudas” más que ser solidarias o atender a la necesidad de la población han sido usadas malsanamente por algunos personeros para garantizarse un piso político para sus aspiraciones. El reparto de ayudas ha sido una excusa para presionar a los beneficiados y sus familiares a la hora de realizarse el acto de votación. Todos hemos sido testigos de la cantidad de reclamos que se presentan por los retardos en los pagos, incluso de hasta dos años, y como por arte de magia dos o tres días antes de las elecciones les mandan a pasar por las entidades bancarias a retirar una parte de los adeudado. Todo ello previo el recordatorio de votar por el benefactor.

En lo que corresponde al tema presupuestario, los expertos han advertido que de realizarse el cálculo del barril de petróleo a 40 dólares las gobernaciones y alcaldías quedarán convertidas en unas simples cajas pagadoras de nóminas, sin que tengan posibilidad alguna de ejecutar obras de ninguna proporción. Y es donde surge la interrogante: ¿Y es que Chávez quiere que los gobernadores y alcaldes que le adversan se destaquen con obras y servicios sentidos por las comunidades? Está claro que no y por eso le importa poco lo que padezcan quienes disienten de él, pues sabe que sus “escogidos” guardarán silencio ante la necesidad, aplaudirán ante los recortes y suplicarán frente a la carestía.

Es indiscutible que Hugo Chávez ha mostrado dos de las tácticas que habrá de implantar para la ejecución de su estrategia electoral: emplear las misiones como mecanismo de dominación para quienes sienten de cerca la crisis económica y requieren ayuda. Y en segundo lugar, atar de manos, brazos y pies, además de amordazar a los gobernantes que llevando adelante gestiones de alto contenido social puedan alzarse con las curules que representan a su estado o municipio.

Quedará en manos del sector democrático del país desmontar las intenciones del mandatario venezolano. Hacerle entender a los vecinos que las deficiencias en solucionar sus problemas son causadas por el poder central que únicamente está interesado en la hegemonía política. Pero, mientras Chávez echó andar su carro para el día electoral, la oposición está viendo oasis en medio del desierto.
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