lunes, 23 de abril de 2007

Corrupción antirevolución

La corrupción es uno de los males que ha agobiado en los últimos años a muchos países de Latinoamérica. Incontables son los casos que se ha expuesto a la palestra pública en los que se enumeran los hechos y las “vivezas” de algunos funcionarios que burlándose de la confianza que les han entregado los gobernantes llegan a determinados puestos de trabajo con el único interés de engordar sus cuentas bancarias, escudándose en una supuesta preocupación por la situación que atraviesan las comunidades.

Venezuela no ha escapado a ese mal y también son bien largas las listas de casos en lo que han figurado funcionarios gubernamentales implicados en manejos no muy claros de dinero. Cobro de comisiones, tráfico de influencias, desviación y malversación de fondos, subcontrataciones, son algunas de las figuras preferidas por esos funcionarios que tienen como misión, en el paso por el gobierno, lucrarse a costillas del pueblo.

La lucha anticorrupción han sido una de las grandes preocupaciones expuestas por el presidente Hugo Chávez a la hora de evaluar el desempeño de sus funcionarios subalternos. No hay acto público o privado en el que el más alto funcionario público del país insista en que todas las personas investidas de autoridad y de gobierno debe ejecutar políticas claras en el combate contra esa enfermedad.

Sin embargo, el empeño del Presidente se ha quedado pequeño, convirtiéndose en insignificante, ante el avance desmesurado que ha tenido la corrupción. Ya no sólo nos enteramos de funcionarios que cobran comisiones por otorgar un contrato sino que se ha incrementado en miles aquellos quienes buscan de cualquier forma entregar contratos a sus propias empresas, bajo el manto de supuestas constructoras de capital privado; ya no sólo hablamos de subcontrataciones sino que la nueva modalidad es que los trabajadores sean contratados el mismo ente gubernamental pero cuando surge algún reclamo por condiciones de higiene y ambiente en el trabajo, o fallas en el pago de salarios, o reclamaciones de prestaciones sociales por el tiempo que duró la obra, inmediatamente se escudan en contratistas que supuestamente serían las responsables de la relación laboral obrero-patrono; estrategia empleada, según ellos, para que no se descubra rápidamente la inclinación corrupta de sus pensamientos.

Otra modalidad de actuación de esos funcionarios, incuestionablemente calificados como corruptos por el primer mandatario nacional, es la tendencia a adquirir vehículos último modelo, “grandes camionetotas” como dice Chávez, que ha veces las multiplican por cinco o seis para hacer una verdadera flota de automóviles de lujo. Pero es tan vil la traición que hacen, tanto al Presidente como al gobernante que los designó, que no se atreven a circular en esos potentes vehículos de manera permanente sino que los esconden en cierto lugar para utilizarlos algunas veces, pretendiendo con esta burda maniobra tratar de mantener su manto de decencia, manto que de tanta corrupción ya no les tapa nada.

Esos funcionarios son los verdaderos enemigos que debe combatir el presidente Hugo Chávez porque son los que dan al traste con los lineamientos que ha dictado en beneficio del pueblo. Son los mismos que pretenden engañarlo con la excusa de que “se ha desatado una campaña de descrédito contra el proceso” cuando comienzan a verse las costuras de sus vestimentas podridas en la corrupción. Y además por que son los más fieles traidores a la norma constitucional, moral y de decencia de presentar cuentas claras y pública de sus actuaciones al frente de los cargos. Se niegan a explicarle a la colectividad en general la manera y el uso que dieron al dinero que el gobierno le asignó para que sacaran adelante a la zona o región en la que actúan.

Definitivamente al proceso revolucionario chavista le falta echar muchas “raíces y ramas” porque muchos de los que se visten de “rojo rojito” o dicen actuar bajo el designio del Presidente son los promotores de la destrucción del gobierno, los impulsores no del PSUV ni de los cinco motores, sino de las más bajas corruptelas que quieren tapar haciendo uso del manto de Chávez. Aún falta mucho por hacer y el Presidente lo sabe, por ello no se cansa de decir que hay que hacer grandes esfuerzos para corregir las desviaciones del proceso que lidera porque como lo decía el Ché “con corrupción no hay revolución”.
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