lunes, 25 de junio de 2007

Comprometidos con la verdad

Este miércoles 27 de junio se celebra en todo el territorio nacional el Día Nacional del Periodista, fecha en la que se recuerda el nacimiento y circulación del Correo del Orinoco, medio de comunicación fundado por el Libertador Simón Bolívar para el bien de todos los venezolanos.

Es común que en este tipo de festividad se recuerde a aquellos que ya no están en este mundo, quienes entregaron sus esfuerzo y su vida por el ejercicio de su labor periodística, por la decencia, por la dignidad, por la moral, por la honestidad, por la libertad.

Sin embargo, en esta oportunidad el 27 de junio no es fecha para rememorar viejas épocas, sino para que hagamos un análisis de la actual trascendencia del trabajo del periodista y sobre todo enmarcarlo en la realidad que vivimos hoy en los ámbito nacional, regional y local.

A lo largo de todo estos años muchos hemos elevado nuestras palabras para recordar o advertir que los periodistas no somos actores políticos, sino que somos el único instrumento que encuentra la población para hacer conocer sus necesidades, sus calamidades y reclamar acción oportuna y efectiva por parte de las autoridades gubernamentales.

Por ello, es necesario que nos desvinculen de la diatriba partidista, de los reclamos de colores, de los extremos de la política, ciertamente todos tenemos un pensamiento y una inclinación política, es natural y además un derecho constitucional, pero no por ello se han dejado de cubrir las actividades programadas tanto por el oficialismo como de la oposición.

Pese a estas consideraciones, muchos actores políticos insisten en cuestionar alegremente el trabajo de los periodistas, simplemente porque no complacen sus ideas, no se amoldan a sus dictados o sencillamente porque les da placer criticar a los periodistas creyéndose unas vacas sagradas, impolutas, intocables, arropándose para ello en nombres rimbombantes o con pasos frustrados en el ejercicio periodístico. Actividad que llevaron adelante apegados a sus intereses políticos, económicos y sociales.

Una consideración especial merecen los comentarios de quienes señalan a los periodistas como “inmorales”. No pretendo entrar a polemizar con nadie, pero sí es necesario hacer algunas precisiones, a vía de preguntas que nos lleven a reflexionar.

¿Quién es el inmoral, un funcionario gubernamental que roba el erario público impunemente o el periodista que se apega a la verdad? ¿Qué es lo inmoral, procesar una denuncia vecinal o engañar al pueblo para conseguir más recursos económicos y apropiárselos en nombre del Presidente? ¿Es inmoral atender al pueblo que reclama sus derechos o lo inmoral es que la administración pública no funcione por culpa de funcionarios que boicotean una gestión por intereses bastardos o rastreros? ¿No es inmoral decir que no hay inseguridad, o lo inmoral es la cobertura periodística que diariamente se hace a los miles de casos de venezolanos que mueren a mansalva del hampa? ¿Qué es más inmoral, un funcionario que viaja a Caracas con su cara irónica y sus mentiras frescas a pedirle dinero al Presidente para cobrar más comisiones, para lograr más prebendas personales y robar más, o el periodista que se sensibiliza ante las necesidades de un pueblo que pide a grito justicia social? ¿Quién es el inmoral, el periodista que diariamente hace su trabajo, o aquel supuesto comunicador social, con otra profesión, que se dedica a destruir el trabajo de periodistas, porque le da la gana, por mala intención o porque no resiste llevar la camisa “roja rojita”, sabiendo que es de la cuarta república y opositor?

El Periodismo es una profesión apetecida por muchos, pero pisoteada por algunos, reivindico la labor del periodista comprometido con su comunidad, el que lucha con las únicas armas que tiene, las más poderosas de todas las que existen: el grabador, el lápiz, el micrófono y las cámaras. Nuestro compromiso es con la comunidad, con los más necesitados, con los desposeídos, con los olvidados, con todos aquellos que tengan algo que decir, el compromiso continua siendo y siempre será con la verdad.

Triunfaron

Hace pocos días, apenas cuatro, que Puerto Cabello fue testigo de uno de los acontecimientos más importante en la vida social y política de muchos años, un acto en el que sin duda alguna triunfó la constancia, la perseverancia, la tenacidad, pero también la hidalguía. Se trata de la inauguración de la sede del Cuartel de Bomberos Municipales, obra muy cuestionada por muchos pero necesitada por los hombres de azul.

Luego de varios años de estar pasando penurias en la sede que amablemente les prestó el Instituto de Ferrocarriles del Estado (IAFE), hoy los bomberos porteños pueden disfrutar de las nuevas instalaciones, más dignas, más humanas, más decentes.

La sede bomberil ha sido en los últimos años una de las banderas de ataques de las gestiones de gobierno de Alfredo Sabatino y de Osmel Ramos. Infinidades de cuestionamientos y denuncias fueron presentadas a lo largo de los años que se llevó la ejecución de los trabajos de construcción.

En su debido momento cada uno de esos cuestionamientos fueron presentados o calificados como irreales, politiqueros o falsos por las administraciones de turno, pero nunca, y hay que cuestionarlo, no hubo una voz que se alzara para decir que a la par de la investigación de pedían, también exigían la culminación de los trabajos, a ninguno de los denunciantes pareció importarles las condiciones de trabajo y vida de los bomberos, más importante fue el centrimetraje y los minutos comunicacionales, la pantallería por encima de la justicia.

No se trata de defender a alguien, cada quien es responsable de lo que hace o deja de hacer y por ello debe responder oportunamente, ante la instancia que sea, de su desempeño. Lo que sí es justo es reconoce a ambos mandatarios, Sabatino y Ramos, los esfuerzos que ambos hicieron para lograr una sede digna para los bomberos, los dos dieron lo mejor de sí en la medida de sus posibilidades, dejar de reconocerlo es mezquindad, así como sería mezquino no resaltar que la iniciativa surgió en el mandato de Sabatino, como lo dijo nuestro amigo Edgar Ruiz Fuentes “al César lo que del César”.

Por cierto que entre los presente no hubo dudas para calificar como el mejor, excelente, el corto discurso de Ruiz Fuentes, quien en su condición de presidente de la Fundación Cuerpo de Bomberos no tuvo miramientos para agradecer a ambos alcaldes por haber pensado en los bomberos. Pero Edgar fue más allá, se dirigió a los habitantes de San Millán y Segrestaa, centros poblados que convergen en la sede bomberil, para decirles, con gran carga de sentimiento “volvió el hijo que se había ido”.

Esa frase resume el sentimiento de todos los efectivos que presentan el principal servicio público de la humanidad: cuidar las vidas y las pertenencias de todos. A la nueva sede vuelven quienes se negaban a salir de la vieja estructura porque sabían que su compromiso es con el pueblo porteño; volvieron quienes a regañadientes aceptaron mudarse a la estación ferroviaria, a pasar necesidades, pero la voluntad estuvo siempre de primero y nunca desmayaron en sus servicios; a la nueva sede vuelven quienes no tienen miramientos a la hora de atender una necesidad por pequeña que sea; pero lo que todos debemos ver es que volvieron a Segrestaa quienes nos cuidan a todos a cambio de nada.

El compromiso ahora es mayor, antes fue por la culminación de los trabajos, por la reactivación en los momentos que fueron paralizados; ahora es por el continuo mantenimiento de esa infraestructura y por culminar lo que haga falta. Luchar para que todos los gobiernos, de todos los colores, de todos los sectores, de todas las tendencias, reconozcan la importancia que tienen los bomberos para Puerto Cabello y no les nieguen ni le recorten recursos creyendo que no son indispensables. Quienes piensan mezquinamente viven en un mundo bizarro.

Los empresarios, comerciantes e industriales también tienen un compromiso, tanto con los bomberos como con la ciudad, retribuir a esos valiosos servidores públicos los esfuerzos que hacen, el riesgo que corren por mantenernos con vida. Ustedes pueden ayudar grandemente, no se nieguen a hacerlo.

Finalmente me permito enviar un abrazo solidario a una persona que estuvo siempre en el centro de los ataques, en la mira de quienes cuestionaron todo lo que se hizo y se dejó de hacer en el cuartel de bomberos: el empresario Carlos Stirpe, quien fue uno de los pocos que jamás se detuvo por las denuncias que se hacía y nunca desmayó en su intención de entregar una infraestructura decente a los bomberos.

lunes, 11 de junio de 2007

"Despierta y Reacciona"

Cada vez que sucede algo en el país, cuya solución necesariamente deba ser tomada en consenso, se habla hasta el cansancio de voluntad política, como una vía apropiada para que todos los sectores de la vida nacional, regional o local limen asperezas, alcancen acuerdos y hasta firmen pactos, siempre con el propósito de solventar el hecho que les preocupa.

Igualmente, cuando en el ámbito político se hace necesaria la toma de decisiones que muchas veces afectan algunos intereses o los intereses de algunos personajes influyentes, o que cambien los “estatus quo” se habla también de la falta o ausencia de voluntad política para echar a andar las recomendaciones que se están analizando.

Sin embargo, la realidad nos demuestra que hay otros casos en lo que la complicidad, la conveniencia, la ceguera, la apariencia, la desconfianza y hasta la terquedad son también cubiertas con el manto de la supuesta ausencia de voluntad política para la toma de algunas decisiones que, como lo dice el argot marino, provoque un cambio de rumbo para llegar a puerto seguro. Veamos.

En muchas ocasiones podemos observar que el común de las personas hace comentarios acerca de la calidad de una o dos obras de infraestructura o de las consecuencias que les acarreará la mala ejecución de los trabajos, se impone un silencio sepulcral del lado de quienes tienen entre sus atribuciones velar porque eso se corrija.

Sucede igual cuando es necesaria la toma de decisiones para corregir algunos “entuertos” que se estén presentando en el desenvolvimiento de algún tipo de gestión; o cuando se ve claramente que se utilizan materiales de mala calidad para engañar al gobernante; o cuando se presume algún tipo de irregularidad, como sobreprecios, sub contrataciones, contratos fantasmas; en todos estos casos siempre hay miles de voces que se alzan en señal de alerta para que se inicien las investigaciones pertinentes o se tomen los correctivos necesarios para evitar “asaltos” al tesoro público; pero como lo señalé antes el silencio se impone y la ceguera reina por no decir la complicidad campea.

Cuesta mucho, a veces, pensar que una persona a la que se le advierte lo que está ocurriendo o se le alerta lo que puede ocurrir no tome la mejor decisión o la decisión correcta en beneficio de su propia integridad moral y por el bien de las comunidades, cuesta porque ¿a quién le va a gustar que lo tilden de corrupto? ¿Quién va a estar cómodo al escuchar que todo lo que hace está signado por la corrupción? ¿quién va a dormir tranquilo pensando que uno de sus subalternos está robando en perjuicio del pueblo? ¿a quién la gusta que en cualquier sitio de burlen de él, diciendo que es un gran pícaro o ladrón de cuello blanco? A nadie le gustaría que lo califiquen de esa forma, sobre todo cuando no se tiene responsabilidad alguna con lo que se está denunciando, sino que su culpa es no haber tomado o no tomar la mejor decisión de manera oportuna.

No obstante, sí hay cierto nivel de responsabilidad en lo que está ocurriendo quizá por omisión, por ser blandengue o por no querer creer lo que está a la vista de todos. Es obvio que cuando alguien presenta algunos cuestionamientos es normal que se de un tiempo prudencial para hacer las investigaciones, para cotejar los hechos que se narran, pero una vez descubierto que es real lo que denuncian ¿Qué hacer? ¿mentir? ¿callar? ¿cerrar los ojos? ¿taparse la nariz?, si esto es lo que se hace entonces surgen dos grandes preguntas: ¿por qué lo tapas? O ¿por cuánto lo callas?

El presidente Chávez en infinidades de oportunidades ha dicho que el gran problema que hay que atacar es la corrupción, lo medular de la revolución es acabar con las corruptelas que hundieron a Venezuela pro muchos años, siglos a lo mejor, pero “aguas abajo” no se está luchando contra la corrupción, bien sea porque los gobernantes se hacen los sordos o porque están envueltos por los cantos de sirena que le lanzan esos funcionarios corruptos que les crean fantasías para que no vean la realidad de las atrocidades que realizan.

A aquellos que no quieren darse cuenta de lo que sucede a su alrededor les cae como anillo al dedo la célebre frase del Magnífico Papa Juan Pablo II “Despierta y Reacciona”, para luchar contra los corruptos hace falta voluntad política pero para abrir los ojos y para escuchar la gritos de las comunidades solo se necesita Despertar y Reaccionar.

lunes, 4 de junio de 2007

Es democracia

Los últimos días han estado muy movidos con las protestas que protagonizan varios grupos de estudiantes universitarios quienes rechazan la salida del aire de la planta televisiva más antigua de Venezuela: RCTV.

Muchos sectores han criticado la actuación de los estudiantes universitarios, sin embargo no hay que olvidar que esa es la vida universitaria: la protesta, el debate, el contraste de ideas en procura de una vida mejor, más digna, decente.
Son incontables las veces que los estudiantes de las diferentes universidades del país han salido a las calles a protestar, unas veces de manera pacífica y otras de forma violenta, sobretodo cuando han sido infiltrados, por diversos temas que los afecta, como el transporte, el valor del pasaje, el buen funcionamiento de los comedores, por falta de dotación y equipos para estudiar, por las intransigencias de algunos profesores, por la inseguridad, y ahora lo hacen por lo que consideran es una seria amenaza a la libertad de expresión en Venezuela.
Indudablemente que las acciones que han llevado adelante los estudiantes universitarios, de entes privados y públicos, ricos y pobres, de grandes y pequeñas universidades, de todos los sectores, son claro ejercicio del derecho político constitucional consagrado en el artículo 68 de la Carta Magna “Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar, pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley. Se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas. La ley regulará la actuación de los cuerpos policiales y de seguridad en el control del orden público”.
La protesta es el derecho que tenemos todos quienes habitamos en esta tierra para decir públicamente si estamos de acuerdo o no con un tema en particular, pero además es uno de los pilares fundamentales sobre los que descansa la democracia, el disenso, la posibilidad de contrastar pensamientos, la oportunidad para que todos escuchemos las ideas de los demás para que nos formemos nuestra opinión de las cosas o hechos que se cuestionan o apoyan.
Precisamente este sistema democrático, el que nos da libertad de asociación, libertad de culto, libertad de expresión, el que nos garantiza el derecho a movilizarnos libremente, a reunirnos con quien queramos, el que nos da la oportunidad de escoger lo que deseamos estudiar, libertad para vivir, para compartir, para debatir, en fin, para hacer todo lo que sea lícito y en respeto a los derechos de los demás ciudadanos, es el único que muchos de nosotros conocemos, al igual que es el único en el que han vivido la inmensa mayoría de los jóvenes que hoy protestan en las calles de Venezuela.
Por eso, es razonable y entendible la actitud de la masa estudiantil de defender lo que les da vida y razón de ser, no se le puede pedir a los estudiantes que dejen de lado que están haciendo para defender lo que no conocen: los atropellos, las imposiciones o las dictaduras. Si tuvieran algún tipo de experiencia con esos sistemas es muy probable que cada uno tenga su opinión al respecto y podamos entonces exigirles que asuman otro tipo de posiciones.
También se ha dicho que están siendo manipulados. Señores, aquí todos estamos siendo manipulados, TODOS. Por una sencilla razón: no somos los protagonistas, no tenemos el poder de decisión en nuestras manos, no somos nosotros quienes crean las matrices de opinión, simplemente respondemos a una u otra tendencia según lo que creamos o lo que veamos razonable de lo que nos dicen, allí está la manipulación.
Hay muchos afectos al presidente, hasta connotados dirigentes, que no ven con buenos ojos el lema Patria, Socialismo y Muerte, lo sé por que me lo han dicho; pero también hay sectores de la oposición que están desilusionados y hasta rechazan la figura de Manuel Rosales, ¿Pero qué van a hacer?, ¿Va a salir uno de esos flamantes dirigentes oficiales a decir que no está de acuerdo con el lema presidencial? ¿Va a cambiar el lema porque alguien desde Puerto Cabello diga que no está de acuerdo? ¿Rosales va a cerrar su partido porque alguien en Morón siente que lo traicionó? ¿Van a desaparecer los dirigentes políticos nacionales de oposición porque alguien en El Palito está cansado de los mismos rostros de siempre?
La respuesta a todas estas interrogantes es NO, ¿por qué? Porque la decisión no está en nuestras manos, solamente recibimos información, la procesamos en nuestra mente, la contrastamos con el conocimiento que tenemos basado en la experiencia y asumimos una posición, buena o no es nuestra percepción y debe ser aceptada por todos, criticada por muchos pero tolerada por todos, si no es así no es democracia.
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