lunes, 25 de junio de 2007

Triunfaron

Hace pocos días, apenas cuatro, que Puerto Cabello fue testigo de uno de los acontecimientos más importante en la vida social y política de muchos años, un acto en el que sin duda alguna triunfó la constancia, la perseverancia, la tenacidad, pero también la hidalguía. Se trata de la inauguración de la sede del Cuartel de Bomberos Municipales, obra muy cuestionada por muchos pero necesitada por los hombres de azul.

Luego de varios años de estar pasando penurias en la sede que amablemente les prestó el Instituto de Ferrocarriles del Estado (IAFE), hoy los bomberos porteños pueden disfrutar de las nuevas instalaciones, más dignas, más humanas, más decentes.

La sede bomberil ha sido en los últimos años una de las banderas de ataques de las gestiones de gobierno de Alfredo Sabatino y de Osmel Ramos. Infinidades de cuestionamientos y denuncias fueron presentadas a lo largo de los años que se llevó la ejecución de los trabajos de construcción.

En su debido momento cada uno de esos cuestionamientos fueron presentados o calificados como irreales, politiqueros o falsos por las administraciones de turno, pero nunca, y hay que cuestionarlo, no hubo una voz que se alzara para decir que a la par de la investigación de pedían, también exigían la culminación de los trabajos, a ninguno de los denunciantes pareció importarles las condiciones de trabajo y vida de los bomberos, más importante fue el centrimetraje y los minutos comunicacionales, la pantallería por encima de la justicia.

No se trata de defender a alguien, cada quien es responsable de lo que hace o deja de hacer y por ello debe responder oportunamente, ante la instancia que sea, de su desempeño. Lo que sí es justo es reconoce a ambos mandatarios, Sabatino y Ramos, los esfuerzos que ambos hicieron para lograr una sede digna para los bomberos, los dos dieron lo mejor de sí en la medida de sus posibilidades, dejar de reconocerlo es mezquindad, así como sería mezquino no resaltar que la iniciativa surgió en el mandato de Sabatino, como lo dijo nuestro amigo Edgar Ruiz Fuentes “al César lo que del César”.

Por cierto que entre los presente no hubo dudas para calificar como el mejor, excelente, el corto discurso de Ruiz Fuentes, quien en su condición de presidente de la Fundación Cuerpo de Bomberos no tuvo miramientos para agradecer a ambos alcaldes por haber pensado en los bomberos. Pero Edgar fue más allá, se dirigió a los habitantes de San Millán y Segrestaa, centros poblados que convergen en la sede bomberil, para decirles, con gran carga de sentimiento “volvió el hijo que se había ido”.

Esa frase resume el sentimiento de todos los efectivos que presentan el principal servicio público de la humanidad: cuidar las vidas y las pertenencias de todos. A la nueva sede vuelven quienes se negaban a salir de la vieja estructura porque sabían que su compromiso es con el pueblo porteño; volvieron quienes a regañadientes aceptaron mudarse a la estación ferroviaria, a pasar necesidades, pero la voluntad estuvo siempre de primero y nunca desmayaron en sus servicios; a la nueva sede vuelven quienes no tienen miramientos a la hora de atender una necesidad por pequeña que sea; pero lo que todos debemos ver es que volvieron a Segrestaa quienes nos cuidan a todos a cambio de nada.

El compromiso ahora es mayor, antes fue por la culminación de los trabajos, por la reactivación en los momentos que fueron paralizados; ahora es por el continuo mantenimiento de esa infraestructura y por culminar lo que haga falta. Luchar para que todos los gobiernos, de todos los colores, de todos los sectores, de todas las tendencias, reconozcan la importancia que tienen los bomberos para Puerto Cabello y no les nieguen ni le recorten recursos creyendo que no son indispensables. Quienes piensan mezquinamente viven en un mundo bizarro.

Los empresarios, comerciantes e industriales también tienen un compromiso, tanto con los bomberos como con la ciudad, retribuir a esos valiosos servidores públicos los esfuerzos que hacen, el riesgo que corren por mantenernos con vida. Ustedes pueden ayudar grandemente, no se nieguen a hacerlo.

Finalmente me permito enviar un abrazo solidario a una persona que estuvo siempre en el centro de los ataques, en la mira de quienes cuestionaron todo lo que se hizo y se dejó de hacer en el cuartel de bomberos: el empresario Carlos Stirpe, quien fue uno de los pocos que jamás se detuvo por las denuncias que se hacía y nunca desmayó en su intención de entregar una infraestructura decente a los bomberos.

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