lunes, 30 de julio de 2007

Pocas palabras

Desconcertante, por no decir otro calificativo, resultaron las declaraciones que diera el director del Ipapc, Fernando Rodríguez, con relación al tema de las continuas y asfixiantes colas que se forman en la autopista La Sorpresa-Muelles como consecuencia de las exigencias de documentos que hacen en la alcabala principal del instituto portuario al transporte de carga pesada.
Es obvio que es un derecho y un deber de las autoridades portuarias exigir los documentos que consideren pertinentes, necesarios u obligantes para que las gandolas tengan acceso a la zona primaria para cargar y posteriormente transportar mercancías a otros lugares del país, principalmente.
Hasta ahora no se han escuchado voces que planteen la posibilidad de disminuir las exigencias o de desaplicar procedimientos, por parte del Ipapc, en contribución a la anhelada desaparición de las interminables y agotadoras colas que no solo colapsan el centro de la ciudad sino que impiden cualquier traslado que se pretenda hacer hacia el centro o desde el centro a Dianca, Ince, Unefa, Borburata, Base Naval, Hospital Naval, lo que dejaron de Quizandal, Pequiven, Gañango o Patanemo.
Cuando se han hecho llamados de atención, por cualquier medio de comunicación social o de vida voz en las calles de Puerto Cabello, siempre se dice que se hace necesario tomar las medidas preventivas o los correctivos pertinentes para minimizar los efectos de las exigencias portuarias, jamás de ha dicho “dejen entrar a todo el mundo”.
Traigo esto a colación porque escuchar de un alto funcionario público a quien le compete el tema, como lo es Rodríguez, que se continuarán aplicando las medidas de control para entrar a la zona portuaria es natural, lo ilógico es que al momento de ser interrogado acerca de la continuación de las colas o de la posibilidad de cierre de las vías por parte de los conductores de los pesados vehículos haya respondido con el argumento de que ese problema no es del Ipapc.
Con todo respeto capitán Rodríguez es propicia la ocasión para recordarle que si los porteños actuamos de acuerdo a sus apreciaciones lo que no es nuestro problema es la manera como el Ipapc tiene que resolver el acceso a sus zonas. Los habitantes de esta tierra no estamos obligados a “calarnos” las colas que se formas solamente de lunes a jueves por exigencia de documentos en la alcabala principal por que los viernes parece que todo el mundo está legal o se quieren ir de descanso muy temprano porque ese día no se forman colas.
Quienes aquí vivimos no tenemos la obligación de aceptar cuanto atropello se le venga a gana, por parte de los gandoleros, por las bondades que ha mostrado el Ipapc en materia de ubicación de almacenadoras, control de seguridad física en las gandolas que transportan granos que dejan sucias y pestilentes toda la autopista.
Como buena empresa pública el Ipapc no puede olvidar que es su deber, en primer lugar, disponer de espacio para el estacionamiento de las gandolas que acuden a sus instalaciones.
En segundo lugar, y de mayor importancia, es la responsabilidad social que tiene el Ipapc con sus trabajadores. El instituto portuario no puede escurrir el bulto ni pretender taparse los ojos para no ver lo que ocurre a su alrededor, menos cuando las calamidades son de su autoría. Hay una máxima gerencial que establece que “No puede existir una empresa sana en un entorno enfermo”. A buen entendedor pocas palabras.

No hay comentarios:

Powered By Blogger